Cuando llega febrero...

la vida es un viaje,
es un viaje corto, impactante, hermoso, cruel, único y melancólico.

La belleza está por todas partes,
incluso en la tristeza.

No sé si prefiero estar triste contigo o estar triste sola.

Nada de lo que ocurrió ha ocurrido.
alrededor no veo ninguna marca o prueba de ello.

He viajado por dentro y por fuera
para recolocar con más esfuerzo
mis pensamientos, mi emoción menospreciada y ensuciada,

mi melancolía.

Hay muchos lugares donde encontrar belleza

e instantes hermosos

que debo recordar por encima de los dolorosos y soberbios.

Quisiera la frivolidad que usa el resto.

Quisiera el egoísmo y la seguridad de los cerebros ajenos,

de las manos sinceras a bocas llenas
hasta manchar la copa de babas venenosas
y estropearme la vista de tan magníficos paisajes.

Hay tantos lugares donde encontrar belleza.

¿Los has visto?¿Los has apreciado?

Recoloco instantes en mi pensamiento para poder darle la importancia que merecen

a sus protagonistas.

Todo está igual que al principio de los tiempos.

La vida es un viaje que continua cuando llega febrero.

CUENTO...

Me imagino un mundo que no existe. A veces me divierte imaginarme qué personas en el metro podrían ser seres fantásticos, duendes, super héroes, hadas, personajes de un cuento. Pero la vida no es eso, es más triste y gris... O quizás es todo lo contrario, es todo aquello que te entristece, que fracasó, lo que debe convertirse en una historia de ficción en tu cabeza, un relato de algo que ya no es, un cuento chino... Todo aquello que no existe es un cuento chino.

Noto que los silencios del paseo cuentan algo de lo que está sucediendo que no aún no soy capaz de percibir, algo más bello y fascinante que todo aquello que me hicisteis escuchar. Más allá de la pared, donde emparedados quedaron los cadáveres de los sueños, estoy con la oreja intentando oír en el silencio.