Las raíces del alba
son frágiles.
Necesitan un susurro suave y alentador
para no quemarse al mediodía.
Bien es cierto que la planta
ha de creerse fuerte,
pero le pesa bien
que el alimento sea bueno.
Si al lado las palabras son livianas pero venenosas
ese halo se difunde como la plaga,
ha de saber desfragmentar y separarlas de su instinto
y tomar la savia auténtica.
Y sabia hacerse de su propio mimbre,
no importe quien le hable,
aunque valore el discurso,
tanto si es bueno, como si es malo.
Lo importante es
que cuando llegue la noche
haya crecido,
o haya permanecido en pie,
da igual que sea mucho o poco
si es resultado de su esfuerzo.
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