27 sept 2017
¿Cómo decías que te llamabas?
La parábola del dolor
cruzaba los huesos
y revolvía sabores y olores
en torno a los sentidos.
No eran recuerdos deseados.
De hecho, sólo percibir
pedazos de olvido
era un placer extremo.
Partes de tu nombre,
cuerpos enteros,
sonidos secretos,
ya en el pasado muerto:
¡qué gozo!
¡Qué ansía asesina!
¡Qué alivio!
Debería venderse el olvido
en el supermercado
junto al detergente,
junto al chocolate.
Debería ir en grajeas
o en píldoras,
como el ibuprofeno.
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