Un iceberg y un oso polar.
El rugido no se oye.
No hay aire ni latido.
Un iceberg con venas calientes
y oxigenadas,
pero con la garganta abrasada
Ha llegado finalmente y de puntillas se ha alzado
para meter la mano dentro de la cuna,
le ha metido el dedo en el ojo
y ha removido el interior
como una copa con un gran trozo de hielo
Antes era todo Himalaya,
ahora en el caldo hay falso fiordo, sin grandeza,
chapaleta y miedos submarinos;
en lugar de un paraje excelso y sublime
hay una tierra arrasada de vida,
al vacío,
sometida por una aspiradora
(una preciosa bola de nieve)
arriba, arriba
gocemos de la locura expansiva,
de la falta de imaginación que conlleva el pesimismo,
dennos lacasitos narcóticos bajo el agua helada
arriba, arriba
el melocotón helado
y abajo la hiel mentolada
mientras la nana me mece con la muerte afinada
Qué voz tan bonita la de la calma,
qué serenidad en la parte superior del glaciar.
Dios bendiga el sueño artificial
y la blandura sedante de las nubes
en habitaciones desinfectadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario