Juego al escondite con amigos invisibles.
Para poder encontrarles
me guío por el sonido de sus voces,
de sus clamores, calores y abrazos.
Es una pena que a veces se vuelvan
contra mi (aunque pierdan el puesto)
y también me digan verdades
a silenciosos gritos.
Entonces
les canto
y a base de canciones
me perdonan.
Canto a oscuras para calmarme
y cuando lo he soltado todo,
vuelvo al mundo real.
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