Siempre está entre seda y seda,
(entre cuerda y terciopelo),
este silencio atronador.
Y no gusta adaptarse a este cambio silencioso:
seguir las reglas de la mayoría
a veces es opresivo,
ahoga un grito necesario,
necesario para respirar.
Cambiar la actitud puede ser sanador,
pero ¿la forma de pensar también?
¿los principios?
Actuar, fingir, pesar,
moderar, olvidar... callar.
Callar por no decir verdades.
Sólo callaré porque no merece hablar de más,
porque hay cosas que no merecen ser dichas.
No será este silencio impuesto el que me tape la boca.
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