Tengo un peso en el pecho,
una espada en el hombro
al lado de la clavícula,
que me atraviesa hasta la pared.
No me muevo,
estoy atascada,
encerrada,
y hay un hilillo de sangre que drena mis energías...
Y con la hemorragia la noche se nubla.
Las sombras se crecen.
La mente idea caídas y desfalcos internos.
Abro los ojos y hay luz del día
y estoy libre,
pero la sensación permanece,
al igual que el tacto fantasma de la piedra y el metal.
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