Parar y recapacitar.
Parar y pensar en uno mismo de manera constructiva.
Ver más allá de la polución
y decidir
que podemos ser en el paisaje,
solos
sin la ayuda de acompañantes.
Descubrir otra vez
lo que se es
para destruir las quejas,
para renegociar el camino.
Al fondo el skyline está ahí
a través de los humos negros.
Sí,
hay que parar,
alejarse de las personas, situaciones, sentimientos nocivos,
cuando estos no tienen más colores que el gris,
cuando son antropófagos.
Parar y reconocerse en el espejo,
dejar de saborear el consuelo y el desahogo,
dejar de tirar del borde de esta costra,
de acariciar un dolor para olvidar otro
y no sanar ninguno.
Parar
y respirar.
Pensar y no pensar.
Restart
y no escribir tantas palabras negras que no llevan a ningún sitio.
Over.
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