El gato duerme en mi regazo. Apenas dejé de llorar.
Te abracé tan fuerte… Entre los dedos te me hacías tierra y encima caía la flor. Ayer te prometí que siempre estarías conmigo. Con cada escalofrío sé que así es. Tenía que serlo.
Te abracé tan fuerte… Entre los dedos te me hacías tierra y encima caía la flor. Ayer te prometí que siempre estarías conmigo. Con cada escalofrío sé que así es. Tenía que serlo.
No va a ser igual, pero no me importa y delante de todos fingiré que te llevo dentro. Me consuela saber que es algo más. No me importa que sea inmoral, te quiero conmigo.
El gato se ha despertado y nos mira con los ojos muy abiertos, parece que nos juzga. En un rato estará frotando su cola contra el cuerpo imaginario. Yo al cuello llevo el colgante. Cógeme de la mano, tendremos un día duro. Susúrrame las palabras al oído. No me odies por no dejarte ir.
Algo sucede. Tus ojos negros lo engullen todo. ¿Es por el cambio? ¿No quieres quedarte? No voy a permitirlo. El crack de los huesos era necesario. No puedo vivir sin ti. No lo entiendes. Eres mío.
Bajé al fondo de los sótanos y te traje de vuelta. Te até con un cabello y una gota de sangre. Me inventé el conjuro y funcionó. Me hiciste daño y te perdoné. Tú también decías que era tuya. Ahora somos nuestros de verdad, por fin y para siempre.
(Microrrelato para concurso Octubre 2018 Signo editores: )
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