Quizás el cisne torció su cuello para adaptarse al ganso
nunca lo supo...
quizá el resto lo vio como un ganso raro
y lo vio feo
quizá
las ondas del lago se extendían
deformando el espejo
la fina capa era un cristal sin brillo
el eco contínuo impedía vislumbrar el fondo
y el reflejo
como si el eco embotará la realidad
o la continuidad de la misma
Surgía entonces
la posibilidad de la invención
la reconstrucción monstruosa o benévola,
el cristal ofrecía un lienzo a la mente
con su perturbación
A medida que la mentira se repetía
se hacía más real
no importaba si está era mejor o peor
Cualquiera podía mutarse en espejo ante la inexistencia de uno
y crear visiones del mundo
que en función de la oratoria
y la convocatoria
podían asentarse como ciertas
Vuelto el espejo a su funcionalidad
lo que no tornaba a su corrección era la vista
y el ingenio
y la imagen del cristal, y del lago
era deforme
esto era lo que propiciaba la inmersión al fondo,
no era la vanidad,
sino la locura,
la incompetencia de los sentidos
contra la manipulación de otros
la búsqueda complicada del verdadero uno
El beso no era despertarse,
era un engaño, una necesidad
de seguridad,
de guarecerse del resto aparentemente hostil,
de intentar fiarse de los sentidos
aunque fueran de otro
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