Transmutada la belleza en una cosa inaccesible
¿De dónde sale este velo azul grisáceo que trastoca
Los pensamientos?
Parece que algún pecado lo trajo del otro lado
Y enmaraña el corazón.
Aquel viernes, no sé, quizás domingo,
El río dejo de llevar peces,
Dejó de tener un color definido,
A veces tímido se escondía
Y reaparecía en lares alejados de casa,
Incluso deshabitados,
Besando la tierra a piquitos
Y, cuando no mirabas, a mordiscos...
Aunque brotara hierba
la veía seca y sin lustre,
Sin presencia de amapolas,
¿Este río alberga la posibilidad de la flor?
Se preguntaba entre lenguas de agua,
Con sed de hombres y de mujeres...
Poco caudal para el ritual del baño
Y sin imaginación para la fertilidad...
¿Es el rumor lo que asienta el río?
¿Sin dejarse llevar por su auténtica naturaleza, agotado en ideas de sequía?
Amable viajero mójate aquí los pies,
Regala a la corriente una historia,
No importa si cotidiana o austera,
Algo que le recuerde a la vida que quedó velada,
Que le rememore el nadar de los peces,
El aliento de las bestias al beber de si...
¿Hay belleza en mi o soy sólo si reflejo...?
En qué momento este sentimiento lo inundó todo,
El no ser capaz de ser
Valioso y honesto,
Sólo un torrente inevitable al que se lanzan los locos,
Quienes patalean medio enfadados.
¿Cómo ser aguas claras donde se vea el fondo
O sólo,
Tan sólo, volver a tener acceso a la belleza.?
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