A veces me cuesta mucho ponerme en marcha,
me ronda la idea del camino.
¿A donde vas, caperucita?-
me dijo el aire a la cara.
No, no había lobo,
sólo una loca hablándose a si misma.
Es difícil ponerse en marcha
si se está convencido
de que no se va a llegar a ningún sitio.
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