En el bosque el árbol rojo
Mece sus hojas rojas
Mientras la niña espera
El canto del ruiseñor.
El pajarillo,
Pequeño y frágil como una duda,
Tiembla al roce del dedo amoroso que le acaricia
Y no canta,
Sólo queda en observación
Del ángel que le acoge.
Vuelve noche tras noche
Y soporta la tristeza de los días
En que con ella no está
Y vuela en luna o sin luna
a abrazar la bella palma
De la dulce figura de cal.
Ay niña si fueras mía
En vez de ser irreal
Cantaría y cantaría
Palabras de amor y pan.
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