La ignorancia es una seda suave
se aloja en el cuello
y raspa al caer.
Qué tersa y preciosa se luce
y, qué triste, pues se añora
al dejar a la garganta y a la voz
ante las adversidades del viento
De ahí surgen los quejidos
y los llantos de la verdad,
cuando el pañuelo
deja la desnudez a la vista
y enfrenta belleza e ilusión.
Se quebrará o se aclarará
¿qué palabras elegirás?
¿cuales te harán sentir mejor?
El peligro es sedarse frente a la ventisca
y morir de frío.
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