Había un librito pequeño,
muy chiquito, diminuto.
Las letras eran invisibles
los personajes dormían sobre el filo
y todo era mágico:
si caías dentro
perdías la proporción
(y la cordura)
Las flores se colaban en los ojales
para teñirte de añiles y amarillos el corazón.
Una vez que entrabas,
que abrías el volumen
estabas atrapado.
Ya no eras nunca el mismo,
te volvías risueño
y dramático,
creías en locuras,
locuras geniales.
Desgraciadamente el libro es muy pequeño,
chiquitito, enano, una pizquita de papel.
Se ha perdido,
¿tú lo ves?
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