Mi gatito me acompaña siempre. No me deja cuando escribo, me sigue cuando voy por la casa. Se queda a mis pies cuando me encuentro enferma y se sienta a mi vera cuando me desenredo el pelo tras la ducha.
Mi gatito no ronronea y apenas maulla. No pide cariños, pero los agradece y siempre siempre está a mi lado.
Mi gatito es muy travieso y a veces parece un poco soñador, un poco poeta.
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