2 mar 2010

DE VUELTA (de nuevo)

Cuando llegué era de madrugada. No quería que ningún vecino supiera que había vuelto. Al abrir la puerta del apartamento tomé aire y entré cerrando los ojos, como quién espera un súbito y estruendoso estallido.

Nada. Todo era calma y sosiego y tan sólo el aire estaba un poco enrarecido ya que la casa llevaba un mes cerrada. Tenía mucho miedo, aunque no debiera.

En el trastero estaba el inmenso congelador. Lo miré y parecía que me miraba molesto. Me resultaba enormemente extraño: él había comprado aquel aparato para que yo no tuviera que salir de casa. Al principio usaba excusas creíbles e incluso me parecía encantador, como si quisiera tenerme entre algodones. Más tarde dejó de usar excusas... Ahora él nunca podría salir....
Siempre me había preguntado desde aquel día en que me encerró por primera vez si dentro del congelador cabría una persona entera. Siempre imaginé que esa persona podía ser yo. Curiosamente, él también cabía.

¿Qué hacer? No lo sabía pero debía hacerlo pronto. Si no, temía dejarlo ahí para siempre. Matarlo fue relativamente díficil, pero ahora venía lo realmente complicado.