17 may 2018

El cling de la cabeza

No hay nada como pensar en conjunto.
La soledad del pensamiento individual
es un acto de valentía brutal.
No se trata del hecho de ser diferente,
(que no es mejor ni peor)
sino asumir la ausencia en el camino,
mirar a los lados y oír el timbre del casi-silencio.
Una vibración que surge si intentas dejar de pensar y no hay ruido.
Un agudo que acerca a la voz de la bruja.

Hay
deseo de cambiar de paralelo
y también rabia,
aunque el salto
es vertiginoso (y cartilaginoso):
no ser. No ser
y ser en todos (para ser otro).
Mutar.
Un lío.

Pensar como otros está lleno de ventajas,
y también el entenderse,
(no el parecerlo)
Facultades clínicas  que el médico me aconseja.

El grupo abriga.
El frío se extiende hasta el verano.
Muevo las manos para desentumecerlas.
Me sube por las piernas la enfermedad del aislamiento.

Pensar solo
o con las voces.
Y en el frío congelarse y sentir miedo,
miedo a que el pitido tome sentido.

A veces tengo miedo.