11 nov 2018

Gritar o no

Había salido corriendo de allí, corriendo con la voz porque las piernas le fallaban. Se había aferrado al pomo de la puerta, gritando que la abriesen y dejasen ir. En medio del ataque se le había quebrado el corazón en mil pedazos. El agresor no entendía su crimen: ponerse a caballo y ver si podía llegar a la meta sobre ella. Ser negado tres veces no pareció ser suficiente.

Por suerte había podido gritar. Si hubiese bebido un sorbo más quizás no habría podido defenderse, se hubiera dormido del todo. Si se hubiese quedado quieta, mientras él hacía lo suyo puede que sus amigas la hubieran consolado en lugar de culparla por beber y estropearlas su plan.

 Pero ella sólo había sido adormilada con vino. Tampoco era tan grave dejarse hacer …y morir. Te lo mereces, chica.

Afortunadamente gritó. El trauma que quedó fue el de la soledad. Ser mujer y resistirse es un acto solitario.


 A él le olvidó, a ellas nunca las perdonó. Ellas la habían vendido para seguir con lo suyo. Ellas, sus amigas, compañeras.

7 nov 2018

Para siempre

El gato duerme en mi regazo. Apenas dejé de llorar.
Te abracé tan fuerte… Entre los dedos te me hacías tierra y encima caía la flor. Ayer te prometí que siempre estarías conmigo. Con cada escalofrío sé que así es. Tenía que serlo.
No va a ser igual, pero no me importa y delante de todos fingiré que te llevo dentro. Me consuela saber que es algo más. No me importa que sea inmoral, te quiero conmigo.
El gato se ha despertado y nos mira con los ojos muy abiertos, parece que nos juzga. En un rato estará frotando su cola contra el cuerpo imaginario. Yo al cuello llevo el colgante. Cógeme de la mano, tendremos un día duro. Susúrrame las palabras al oído. No me odies por no dejarte ir.
Algo sucede. Tus ojos negros lo engullen todo. ¿Es por el cambio? ¿No quieres quedarte? No voy a permitirlo. El crack de los huesos era necesario. No puedo vivir sin ti. No lo entiendes. Eres mío.
Bajé al fondo de los sótanos y te traje de vuelta. Te até con un cabello y una gota de sangre. Me inventé el conjuro y funcionó. Me hiciste daño y te perdoné. Tú también decías que era tuya. Ahora somos nuestros de verdad, por fin y para siempre.