14 mar 2022

cama grande

 El invierno se tizna de verde en las arterias grises
como plumas de realeza en medio de la mugre.
Ayer éramos niños
y aún lo somos
con los cabellos encanecidos.

La cama es grande y el cuerpo chiquito
pero las ausencias arrugan los dedos
y la alfombra se llena de nudos por la torpeza
por las agujas rotas.
Es una mezcla de destreza, de juventud y artrosis

¿Cómo puede ser que siendo aún tan ajenos 
a la urdimbre del mundo y su funcionamiento
contemos con tantos lutos y fracasos?
¿por qué unos se fueron
y otros se quedaron?
Si apenas llegamos nosotros,
si aún no entendimos de qué va esto...
Y sin embargo las flores colorean el suelo y vuelan
y aunque el cielo se nuble
qué nubes, qué estelas de viento
las mueven.

si no fuera por las imágenes sublimes de lo sencillo
quizás no sobreviviría a esta pena 
de pensar no sólo en lo perdido
sino en lo no aprovechado,
en las demoras de amor, 
en las miserias del miedo.

En el lecho somos adolescentes
pero más por la inseguridad que el alborozo,
que jugamos a ser mayores sin saber cómo
y sin que al mundo le importe si aprendemos.
Sólo me calman el mar y el cielo,
sus manitas de terciopelo 
y cuerda gruesa, 
mientras pasan la migraña y el esperpento.

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