27 sept 2010

Aburrimiento. Parte II

En esta extraña suerte de Quietud todo me parece absurdo, desde la rutina de tener que trabajar, de esperar los días de descanso, de buscar ansiosos a Alguien... Me parece que los cuerpos son curiosos, se visten con telas de colores y usan artificios para disfrazarse. Las personas se embadurnan la piel con ungüentos y pinturas de acuerdo con un principio estético que produce un placer artificial y fugaz. ES absurdo.

Nos agujereamos las orejas y nos pisamos unos a otros. ¿Para qué? ¿Con qué fin? Deseamos bienes que no existen, como el dinero, algo que tiene el valor que nosotros hemos querido darle, pero que en fin, no es algo más que el símbolo de lo valioso. Sin embargo, por sí mismo no es nada, no alimenta, no construye, no sana, y ni siquiera procede de la naturaleza como tal.

Lo más curioso es que estas costumbres, estos bienes, son aquellos por los que el hombre mata y muere.

En el espacio etéreo del silencio, de la calma y de la espera ninguna de esas cosas son las ansío. Sólo quiero una caricia, un cielo azul, el roce de una agua clara, un beso, un lecho mullido,el sabor de una manzana fresca, de un tomate maduro, el olor de la hierba, el abrazo sincero cosas que valoro por encima de lo material.

Aquí estoy, y me asombra que, incluso el hombre se mantenga en pie erguido sobre sus dos piernas, que aguante y soporte las pruebas que se impone y las culpa que se auto-otorga. Cruces y rayas, admirando mañanas y posesiones superfluos.

Ojalá suene el timbre ya y se apaguen las luces y en la vuelta a casa, a lo mejor, recupero la cordura.

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