29 feb 2012

Hay un agujero chiquitito en la esquina de mi chaqueta,
si meto el dedo,
desaparece.

Hay un mundo al otro lado de ese roto,
uno de color violeta.
Allí hay tres soles que giran como un reloj,
pero todos tienen cara sonriente,
da igual la hora.

En ese espacio el índice corre él solo
y a veces acaricia el ojo,
le quita las motas de polvo:
el iris pasa de violeta a transparente...
¡Qué bien lo ve todo ahora!
¡Qué realidad tan curiosa!

Entonces el dedo corazón
ayuda a remendar el 'vacío'.

No hay comentarios: