5 jun 2007

JUNIO

He sacado del armario vestidos de verano. Qué bien se le ve a la muñeca rusa con faldas cortas y pañuelos de colores alrededor del ombligo. Pero los rayos del sol que salen del mueble son a ratos grises y a ratos blancos. Sus colores son engañosos: parecen azules con briznas amarillas, pero en realidad son gris azulado, un gris frío como un beso de despedida definitivo y por compromiso. Ninette está triste porque sueña con el pasado sin necesidad ni añoranza, quizás el presente no le motiva como antaño.

Sus sueños son oníricos retornos a ninguna parte. La muñeca rusa no sabe que hacer con el tiempo deshilachado y sus propósitos embebidos de miedo. Se precipita al sacar medio cuerpo de la segunda cabeza y no es por convención por lo que dice que no, y no es por norma por lo que dice que si... Sólo Teme pecar de frívola, de probarlo todo sin mirar las consecuencias.

Las ropas son las mismas, los trajes parecidos, aunque sean nuevos, aunque crean ser de otro color.

El tacto es frío, el día claro y oscuro.

Tú, yo y el silencio que entristece a Ninette.

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