24 may 2017

En la habitación de al lado



No podía para de pensar si se estaba equivocando... esa señal divina sobre la decisión acertada no existía. Era sólo una excusa barata para no buscar la solución en la psicoterapia, más cara que la superstición. Las creencias suelen salir más baratas, la fe es una mera cuestión de obcecarse y esperar. La fe personal también. Creer en uno mismo es gratis pero también costoso. Sin embargo, y de cualquier manera, no podía parar de pensar y mirarse en los bolsillos llenos de agujeros rotos.



Entonces el despertador empezó a sonar en la habitación de al lado, para que se dejará de quejas y excusas. Ese tono le traía de nuevo a la realidad de 'ponte en marcha y calla'. Sonaba sin parar y sonaría hasta que alcanzase el teléfono y lo apagase con la tecla correcta.


Fue en busca de la fuente de alarma. En el salón sonaba la sintonia de cada mañana, pero no encontró nada... el sonido ceso como si mentalmente lo hubiese apagado.


Volvió a su café algo menos  dispuesta a la reflexión. Y al segundo comenzó el aviso del reloj otra vez. Entonces se percató de que el móvil estaba a su lado. Totalmente silencioso y oscuro, mientras en el salón sonaba la melodía de la alarma. Sonaba y sonaba.


Pero allí no había nadie. Cuando corriendo llego hasta el salón, el sonido paró. "Locuras, ensoñaciones. Terminaré ese cafe tan necesario".


De vuelta a la cocina, volvió a advertir la presencia de su teléfono sobre la mesa, inerte.  Sentada sorbió el café y la cancioncilla del despertador volvió a iniciarse misteriosamente en el salón. Algo más impactada entró una vez más en el cuarto y la música desapareció.

Algo malhumorada terminó su taza y poco antes  de acabar sintió un escalofrío. La alarma comenzó en esta ocasión a pitar  a un volumen tan estridente desde la sala contigua que ella no pudo menos que quedarse petrificada. El escalofrío se repitió y un temblor se instauró en sus manos. NO sabía si volver a mirar, algo más había está mañana en esa casa.

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