Sobre el tapete rojo del sillón
se acumula una densa lava
de ambar y miel.
Blanda y espesa,
dorada, con burbujas,
que va extendiéndose hasta el borde del mueble.
Dulce, instantáneo,
lento y fugaz,
mancha todo alrededor
desde la base hasta el pie.
La silueta dura
se va untando de la pomada azucarada
y adquiere un olor y un sabor distintos.
Tiro pétalos de margarita encima
y se quedan pegados
como si fueran cosidos a un vestido.
Arrojo partes de rosas y claveles aún sin ajar
y el perfume lo invade todo.
Lanzo flores sobre el trono
con los ojos cerrados
y mordiendo los labios.
El cuerpo carmesí brilla a la luz
y parece ahora
vino, chocolate y oro
con virutas de vainilla y fresa.
Es su sabor
quizás algo exagerado
y su textura espesa y pegajosa,
demasiado para la ingesta,
pero además
el sillón está hecho
de materias
que podrían lastimar la piel.
(From papeles perdidos, 2005)
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