28 sept 2007

LA ESTANTERÍA

Frío, qué frío hace... Sibila mira desde la estantería, planea echar a volar. Sibila está agazapada entre el resto de la colección de figuras mágicas, estáticas, excepto cuando no estoy presente. Ella es alegre y bonita, quizás demasiado entusiasta, excitable, sé que ella esperaba más. Quizás un cuarto de niños, lleno de risas y peleas nocturnas en la litera. Su existencia puede que entonces hubiera sido más corta.
Sé que ella no esperaba ni mis versos, ni anhelos, locuras, canciones y algún que otro disgusto tragado entre D. y almohada. Quizás ella no concuerde con el resto de los seres del cuarto. El aire de melancolía y cristal de vainilla no es fácil de respirar. Sin embargo, Irae, con la cabecita agachada y alas en proceso parece sentirse a salvo. Ahora hay pegasos y unicornios que le protegen. Sus dos ojitos negros no volverán a llorar, aunque conserven para siempre el miedo a caerse de la vitrina de la tienda en la antes vivió. Estoy segura que entre mis manos tiene sentido su creación, podría observarla durante horas e imaginar cuentos en el reflejo de sus ojos, en el olor del incienso de su pequeño y perfecto cuerpo de animal mitológico.
El resto de la fauna mágica exhibe orgullosa su forma y su genio que tan sólo es visible en una expresión contenida de su espíritu elegida por el artesano. Lo que éste último no sabía es que hay cosas que el molde no controla.

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