24 mar 2007

(10ene07)

Cuentos de amor que no me creo rondan la cabeza
de vuelta de un día frío y gris,
entre calles plomizas y naranjas,
mezcla de polución, hastío y rutina.

Tu imagen se difumina
y los ruidos de la senda
saben a polvo sucio, a niebla cansada
de coche y gasolina,
de siete de la mañana,
de prisa, de falta de tiempo,
de visión futura de nada.

El silencio borroso huele a fachada
de fábrica explotada,
a engranajes oxidados y telarañas,
sabe a sangre reseca en la punta del dedo corazón
y arañazo en un hombro.

La espera suena a nada,
a canción muda y desconsolada,
a ruina en paz, demasiado sosegada.
Mi camino es un lago en suspensión,
sin ondas ni biorritmos,
sin fauna,
sobre un cielo de nubes negras.

Te quiero en la impaciencia
y el desanimo del estatismo vital de mi existencia,
en medio del estrés moral
en regresión y en disquisición constante,
en la estación de la necesidad de un cambio.

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