26 mar 2007

L

Las mismas paradas de siempre. Me levanto de mal humor porque todo sigue igual.
Me miro en el espejo y veo que ha aumentado el tamaño de mis ojeras. Me pregunto si todo lo que de alguna manera pasa por mi interior tiene algo que ver con lo que sucede afuera. Si la percepción de otro puede ser igual, si la comprensión sólo puede ser interna.

He empezado otra colección de versos, más o menos añiles que los anteriores, pero con un sabor más extraño, que vira hacia el gris. Están dedicados, pero siempre están dedicados, en los últimos tiempos de una manera más clara.

No todos los besos saben iguales, aunque algunos sirvan para lo mismo, pero no, no saben iguales... No todos los adióses son iguales, algunos son tácitamente acordados y otros se quedan pegados en la suela de tu zapato mientras andas, da igual la dirección que tomes... Y la verdad es, que este tren va cada vez más despacio, en el vagón hay menos gente, aunque desearía que hubiera todavía menos gente para poder cantar, cantar a gritos una nana desangelada y abierta.
La verdad no es que te eche muchísimo de menos, (quizá añore una sensación provocada), pero lo cierto es que me echo de menos a mi.
(Cartas a D, 26-03-06)

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