24 mar 2007

LA CUCARACHA

El otro día cuando me fui a duchar tras mis cinco horas de desayuno me encontré en la ducha un ser repugnante esperándome. Al principio solo oí algo tras la cortina, el movimiento de sus patitas pidiendo socorro. Si, la pobre y nauseabunda cucaracha estaba en el suelo de la ducha, en medio de la bañera esperándome. Lo curioso es que la cucaracha estaba boca arriba sin poder darse la vuelta y huir o crecer, reproducir y en fin, más tarde o más temprano, si, crujir. El caso es que yo me preguntaba como el bicho aquel había llegado a esa postura.

Mi primer pensamiento fue que había intentado trepar por la pared y había caído de espaldas al comprobar que sus patitas, su peso y la adherencia a la superficie del azulejo no lo hacían posible. No obstante, mi teoría fracasaba al darme cuenta de que para tal giro habría tenido que escalar muchísimo o haber sido poseída por spiderman.

Luego pensé que podía haber caído del techo, en el cual hay un par de agujeros estupendos y amenazadores que hacen que una, con ironía piense en rezar, no por un techo donde vivir, sino un techo que no caiga sobre nuestras cabezas. La cuestión, no hablaré del razonamiento, era ¿ como iba a caer del techo? Imposible esa colonia aérea de cucarachas, que además debían ser tontas para tirarse por el agujero.

Entonces ¿como había llegado a esa situación, situación tan deseada por todo estudiante para su redonda, vieja y gruñona profesora de historia? La respuesta no la sé, probablemente se escurrió como solo un hombre sabría hacerlo, de forma absurda e inverosímil, pero teniendo la mala suerte de ser cucaracha y con un caparazón curvo que de nada le había servido.

Así, puede que las cucarachas puedan sobrevivirnos en una ataque nuclear, pero en la vida rutinaria no son más listas que nosotros. Por otro lado, cuando nosotros nos caemos, podemos levantarnos, aprender, y tenemos normalmente salvación, pero si nunca nos caemos y solo vivimos absortos en medio del sistema que nos mecaniza y nos vuelve superficiales, puede que no la tengamos y seamos esa cucaracha. Seremos esa cucaracha en la ducha vuelta de revés y solo estaremos preocupados por no podernos dar la vuelta. Entonces seguro que los otros harían lo que hice yo: maté a la cucaracha sin pensarlo más, envenenándola primero con un chorro de perfume, por supuesto de mi hermana, y después la tire al w.c.

Ten buen cuidado pues de que cuando caigas y no sepas levantarte, no te hayas convertido en cucaracha. Cuídate de no tener perfume muy a mano en tu baño y cuídate de pedir ayuda a un ser humano, piensan en soluciones sin pensar cual es el problema: probablemente me vuelva a encontrar una cucaracha en la ducha.

(02-01-06, Cartas a D)

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